domingo, 7 de diciembre de 2014

Doce años

Tienes 28 años, ya terminaste la carrera, esa carrera que nunca te dio de comer, pero que la hiciste porque siempre has defendido hacer las cosas por pasión, si los proyectos no te enamoran no puedes hacerlos. Y entonces te ves que por amor vas trabajando en lo que puedes para poder mantener la pasión. Hasta que decides romper con ese sin sentido de hacer algo que no te gusta para sustentar lo que te gusta, te ha de gustar todo, sino no vale.
Con un poco de ayuda de aquí y de allá te montas una tienda en la que vendes ropa que te gusta....fantástico. Entonces llegan las lozas mensuales que tienes que pagar, tu presupuesto para todo es cada vez más pequeño, así que empiezas a hacerlo todo. Te apuntas a clases de costura y patronaje y te apasiona, ya no es sólo vender lo que te gusta sino hacer lo que vendes y te apasiona hacerlo. Y tu presupuesto para todo lo demás empieza a ser 0. Así que haces los escaparates, cambias bombillas, limpias, vas a comprar material, pides a los reyes una maquina de coser, diseñas las tarjetas, pasas la contabilidad, pagas las facturas, llevas a tu familia de aquí para allá, los arrastras contigo, vamos (y si tienes mi suerte, te apoyaran). Llega el día que todo eso no es suficiente, vuelve el sinsentido de todo esto, pero te sacas otra pasión de la manga y te pones a dar clases, no paras de dar clases y aprender muchísimo, así te vuelves a apasionar, dejas de hablar de la crisis, sabes todo lo que hay que hacer para mantener tu local, el taller se va comiendo a la tienda, pero tu pasión sigue intacta. Ahí sigues con tu tienda y tus facturas pagadas 12 años después.